viernes, 9 de diciembre de 2011

Desde la ventana

Desde la ventana los nombres de la memoria



Carlos F. Ortiz*




Ciudad que llevas dentro
mi corazón, mi pena,
la desgracia verdosa
de los hombres del alba…
Efraín Huerta


Antes de recorrer mi camino yo era mi camino
Antonio Porchia





01
La mirada recorre apenas el umbral tedioso de la vida, afuera los fantasmas acomodan las desgracias, la simetría del mundo, el mecanismo obsoleto de la urbanidad terrible. Un hombre parado tras de su ventana observa, toma nota, escribe a penas con la mirada y la avidez de sus dedos: todo. Cronista entre tinieblas se muerde la carne. El asunto piensa es la memoria, el coraje y el deber de odiar y amar esta ciudad. Una cadena de recuerdos e imágenes los sustraen por momentos de la realidad. El hombre intenta captar las sensaciones, la atmósfera piensa. Le seduce la idea, lo atrae por mementos, para luego volver la mirada hacia la ventana y descubrir que el mundo no le concierne y que todo, absolutamente todo, es un recuerdo.


1

Es posible que me dé por el silencio,
el balbuceo de ciertas cosas,
o pueda gritar de pronto
tan encabronadamete
como alcance mi voz.
Se quiebre el humo tras el espejo.

No recogeré los trozos.
Esperaré a que alguien se corte y sangre.
Seguir su rastro interminable por la ciudad.

Tan así de desequilibrada y dolida la locura.
Tan así de amarga la tarde que se nubla.



2
Un camión pasa de prisa por la carretera
herido como una bocanada de angustia
dejando un ruido de perros en las azoteas.

Han pasado muchas cosas,
muchachas hilvanando imágenes
con lunas errantes,
un caluroso día que descascara
la soledad de los recelos.



3
No hay forma.
No existe la formalidad.
La caída no cesa,
el grito no para
los trancazos persisten
la sangre escurre
la lágrima acaricia el rostro
el cadáver sobre el pavimento
la noche se hace ruido de luces rojas,
la madre se tira para abrazar el cuerpo.
Dos hombres la sujetan
de los brazos
mientras en el suelo
anónima se encuentra la muerte.


4

Hay música,
piernas de hombres rasuradas
entalladas minifaldas,
mujeres tatuadas,
ojos que se detienen
en las caderas voluptuosas,
sexo, humo, ruido.
Hay un niño vendiendo cigarrillos,
cacahuates japoneses y chicles,
una mano que roza unas nalgas,
aliento amargo,
botellas naufragando al calor de un bolero,
una tribu de relajados burócratas en una mesa,
parecen fantasmas tras el humo
debajo de su miseria.
Mientras tanto se escucha el rozar
de la carne con el tubo,
la mujer se desliza pausadamente
mientras alguien ríe a carcajadas
al otro extremo
y cae al suelo
apagado como un cerillo,
en un rincón una niña
fuma del pitillo un poco de piedra
y así amanece siempre.


5

Pasa un avión, pequeño pájaro,
mariposa blanca.
Las nubes son tragedias olvidadas
por los suicidas,
que torean autos a las tres de la madrugada,
y escapan ebrios de la vida,
del abandono de Dios.




6

Siempre será mejor estar de este lado.
Tengo la seguridad que llueve,
afuera hay tristezas.
Gotas pequeñas que golpean el vidrio.

Es mejor estar de este lado
una delgada capa de ceguera invade la ventana.
con la palidez del cuarto ignorando el burdel de enfrente,
calles interminables, muchachas con rostros de peces,
cíclopes nocturnos bebiendo sol por la tarde
puentes donde los amantes ponen el punto final al amor.

Escribo con el dedo solitud, una y otra vez.
El vaho comienza a borrar la imagen de la ciudad.
Seguro de este lado llueve nunca.


7

Sobre las azoteas los gatos afilan sus navajas,
trepan pos la oscuridad llenos de odio y ternura,
persiguen el cuerpo cálido de su amada,
humedecen con gotas frágiles de sangre el alba.

Los amantes felinos terminan llenos de cicatrices,
se alejan tatuados por las caricias de la carne
sin preguntar nada, como queriendo
dejarnos solos en el mundo.


8

Esto no es una película,
un poco de voyeurismo quizá.
Mi mujer dice, parada justo atrás de mí,
que parezco al personaje enyesado
de Rear window, que se la pasa
espiando a sus vecinos,
pero ella no es Grace Kelly,
y en la calle se amotina
la memoria imprevista,
no hay pasiones íntimas
ni crímenes secretos.

Allá del otro lado las hojas caen,
cadáveres sobre el asfalto
acostumbrado de la sombra.
Puede ser un poema de patios
y mujeres colgando ángeles
sucios en el tendedero de la tarde,
tal vez el vértigo barato de lo cotidiano.

9

Allá los nombres de la memoria pasan de prisa,
como bólidos frenéticos del insomnio,
se escucha la melodía de la tarde,
motores desastrosos que recuerda bombardeos,
un claxon martillando el olvido,
los árboles que preguntan demasiadas cosas,
y el rozar de las piernas voluptuosas de la mesera de enfrente.
Mientras el horno de microondas resuena
para recordar un poco que el agua para el café
ya se encuentra lista, y esto no es nada poético,
pero a nadie afuera le interesa la poesía.


10

Ahí entre la hierba escondido,
tras el poste de palo,
el pequeño David.
Se oculta del abuelo
que arrastra sus pies,
apoyándose siempre en sus muletas.
El callejón es sucio,
con olor a orín a soledad.
El perro ladra,
dice, aquí tras el poste entre la hierba
se encuentra David,
que corre y no para,
no para y se pierde
quizá para siempre
Para más tarde.


11

La calma, tan aparente, después del grito.
El metal retorcido, la telaraña de acero, inmóvil, quieto.
El cristal incrustado en la carne, la sangre.
El cuerpo colgando, agazapado del asiento,
atrapado, sujetado con violencia al volante.
Las voces de los curiosos, la mirada perdida de la noche.
El golpe, el ruido seco de la muerte.
Nada, sólo el cuerpo sangrando.
El auto roto, y el olor quemado de la carne.



Las preguntas del que mira tras la ventana

¿Existe el hombre tras la ventana?
¿Qué observa?
¿Cabría preguntar si acaso también existe la ventana?
¿Porqué hay una venta y un hombre?
Seguramente esto se cuestiona el conductor del auto
que pasa por el edificio
a gran velocidad.
Tras la ventana alguien corre las cortinas,
la oscuridad disipa las dudas,
no hay dudas,
no hay hombre,
sólo la ventana ciega
y el ruido del vehículo
que se aleja por la carretera.
¿Existe el hombre dentro del auto?
¿A dónde va?



*Carlos F. Ortiz es trabajador del Colegio de Bachilleres

No hay comentarios:

Publicar un comentario